En el camino de São Paulo a Ríode Janeiro, Madre Hak Ja HAn se tomó un momento para conectar con la naturaleza mientras su esposo pescaba: hundió los pies en la arena, sintió el ritmo de la creación y compartió la alegría con la brisa del mar.
Un recordatorio de que la paz comienza cuando estamos en armonía con el mundo que nos rodea. 



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