La batalla por el alma: La desgarradora historia de cautiverio y coraje de Toru Goto
08/06/2025
La historia de un miembro de la Iglesia de Unificación Japonesa confinado por su familia y “desprogramadores” durante más de 12 años es una narración que exige ser escuchada.
Por Massimo Introvigne (*)
Fuente: https://bitterwinter.org/the-battle-for-the-soul-toru-gotos-harrowing-tale-of-captivity-and-courage/
Bajo la larga sombra proyectada por la intolerancia religiosa, pocos relatos personales brillan con tanta claridad y coraje como “Batalla por la supervivencia: 4.536 días en cautiverio” de Toru Goto (Washington DC: The Washington Times Global Media Group, 2025), la historia de un miembro japonés de la Iglesia de Unificación confinado durante más de 12 años en el intento finalmente infructuoso de desprogramarlo y quebrantar su fe.
Una autobiografía que narra los largos años de confinamiento forzoso por parte de sus allegados, este libro es un retrato desgarrador de la rebeldía espiritual contra una sociedad que, con demasiada frecuencia, ignora la persecución religiosa. Con una fuerza silenciosa y una conmovedora conmoción emocional, convierte el sufrimiento de un hombre en una crítica a la indiferencia sistémica y, sorprendentemente, en un testimonio de gracia.
Desde las primeras páginas, Goto sumerge al lector en un terror silencioso. El escenario no es una prisión ni una aldea remota, sino un típico apartamento tokiota en el barrio de Suginami, un lugar donde deberían reinar las cenas familiares y los intercambios entre vecinos. Sin embargo, este apartamento se convierte en un escenario de aislamiento casi total y guerra psicológica. El calvario de Goto comenzó en 1995 cuando, tras años como miembro dedicado de la Iglesia de Unificación, fue secuestrado por la fuerza por familiares que consideraban erróneas sus creencias. Su intención era desprogramarlo: obligarlo, mediante una presión psicológica implacable y control físico, a renunciar a su fe. Su calvario no terminaría hasta 2008.
Los detalles de Goto son implacables en su horror y clínicos en su precisión. Durante más de una década, estuvo sujeto a una estrategia meticulosamente orquestada, diseñada para erosionar su autonomía. Encerrado, privado de todo contacto con el mundo exterior, la vida de Goto se redujo a rutinas reguladas y confrontaciones degradantes con desprogramadores contratados, "expertos" religiosos que lo sometieron a horas de ataques teológicos, manipulación emocional y agotamiento estratégico.
En cierto momento, Goto describe que recibía solo escasas porciones de comida, dejándolo demacrado y desnutrido. Su peso bajó a menos de 40 kilogramos (88 libras) y no se solicitó ayuda médica. Hubo momentos en que caminar, incluso estar de pie, se volvió casi imposible; resistir en tal estado requería no sólo fuerza, sino también la convicción de que algo más sagrado que la comodidad física estaba en juego.
Con el paso de los años, las tácticas psicológicas de resistencia de Goto se volvieron tan complejas como el ataque contra él. Se negaba a responder preguntas diseñadas para hacerle dudar. Redactó cartas, aunque ninguna fue enviada. Rezaba en silencio, invocando el "Principio Divino" de la Iglesia de Unificación e imaginando el mundo exterior, no como un escape, sino como un ancla. Creó horarios mentales para aferrarse a la noción del tiempo. A medida que las estaciones se difuminaban, también lo hacían las identidades: familiares que antes eran queridos se convertían en captores. Ancianos de confianza se convertían en interrogadores.
Las memorias son profundamente conmovedoras cuando Goto relata las vacaciones que pasó solo, los cumpleaños que ignoró y la devastadora constatación de que incluso la policía, informada por personas ajenas, se negó a intervenir. La sociedad veía la desprogramación no como un delito, sino como una disputa familiar. El trauma no se limita a lo que ocurrió dentro del apartamento, sino también a lo que no ocurrió fuera.
Quizás el elemento más inquietante de “Batalla por la supervivencia” no sea el comportamiento de los captores de Goto, sino la ceguera social que lo permitió. El libro denuncia la aceptación tácita de Japón de las prácticas antisectas, donde las religiones minoritarias son frecuentemente discriminadas y sus miembros tratados como enfermos mentales. Goto describe la evolución del “movimiento de la apostasía”, una red descontrolada de familias, profesionales religiosos y terapeutas corruptos que operaban en zonas grises legales.
Su relato plantea preguntas incómodas: ¿Por qué las fuerzas del orden se negaron a actuar? ¿Por qué no se protegieron a las personas sometidas a desprogramación forzada? ¿Por qué su sufrimiento no se reconoció como una violación de derechos humanos hasta mucho después de su liberación?
El libro detalla cómo los miembros de la Iglesia de Unificación y sus abogados intentaron repetidamente visibilizar su caso. Activistas organizaron peticiones, celebraron ruedas de prensa e intentaron acceder al apartamento. Sin embargo, durante años, nada cambió. Solo en 2008, cuando la salud de Goto era tan crítica que apenas podía mantenerse en pie, la presión culminó en su liberación, facilitada por miembros de la Iglesia y su equipo legal.
Tras su liberación, la batalla legal de Goto continuó. Demandó a su familia y a quienes participaron en su cautiverio, alegando violaciones de derechos humanos y exigiendo responsabilidades. El proceso judicial marcó un hito: nunca antes se había procesado con éxito un caso tan prolongado de coerción religiosa en Japón. La victoria de Goto —modesta en cuanto a compensación económica— fue monumental en términos de reconocimiento moral. Puso fin a la práctica de la desprogramación forzosa en Japón. Sin embargo, en el acalorado clima antisectas que siguió al asesinato del ex primer ministro Shinzo Abe, ahora existe el riesgo de que esta reaparezca de alguna forma.
Sin embargo, el libro no es una celebración de un triunfo legal. Goto escribe sobre el caso judicial con una perspectiva aleccionadora. Expresa su gratitud, pero sigue siendo dolorosamente consciente de las lagunas en la justicia. Muchos perpetradores quedaron libres. El sistema que permitió su encarcelamiento aún tiene lagunas legales. Su historia se vuelve no solo personal, sino política: un llamado a la acción para replantear la libertad religiosa como un derecho humano, no como un privilegio condicional.
A pesar de las sombrías circunstancias, la historia de Goto es, en última instancia, una historia de transformación. La fe que lo sostuvo nunca se presenta como infalible ni inculcada; en cambio, se convierte en un camino profundamente personal a través de un sufrimiento inimaginable. Goto no predica. No intenta convertir. Explica cómo la oración le dio fuerza, las Escrituras le ofrecieron guía y el amor divino —incluso cuando fue abandonado por el amor terrenal— siguió siendo la única fuerza que lo mantuvo cuerdo.
Algunos de los pasajes más conmovedores de “Batalla por la supervivencia” son aquellos en los que Goto reflexiona sobre la complejidad del perdón. No vilipendia a su familia por completo; lamenta su pérdida de humanidad. Con sincero dolor, se pregunta qué los llevó a traicionarlo tan completamente. Y esta capacidad para los matices emocionales eleva las memorias de la mera documentación a la literatura. Es tanto una exploración de la familia, la memoria y los vínculos rotos como una denuncia de la persecución religiosa.
El estilo literario de las memorias es sobrio, a veces incluso austero. Goto rara vez recurre a metáforas elaboradas ni a una prosa recargada. Y, sin embargo, el impacto emocional es inmersivo. Cada frase, mesurada y deliberada, resuena con el trauma que conlleva. Como lectores, sentimos cómo se cierran los muros. Sentimos cómo se alargan los años. Sentimos el latido de un hombre que debería haber sido olvidado, pero que se negó a desaparecer.
Para las comunidades religiosas de todo el mundo, “Batalla por la Supervivencia” resonará como una advertencia y una inspiración. Para los lectores no especializados, ofrece una perspectiva impactante sobre una sociedad que, con demasiada frecuencia, confunde la diferencia espiritual con la patología. Para los juristas y los defensores de los derechos humanos, es un caso de estudio sobre la intersección de la libertad personal y la negligencia institucional.
El libro, en definitiva, expresa la asombrosa capacidad de resistencia del espíritu humano. La supervivencia de Toru Goto no fue pasiva. Fue activa, cotidiana e implacable. Se cultivó en el silencio de la oración, el dolor del aislamiento y la convicción de que la dignidad no podía ser arrebatada sin consentimiento. «Batalla por la supervivencia» es la crónica de una guerra oculta librada en espacios reducidos, sin público ni aplausos.
Y, sin embargo, contra todo pronóstico, su héroe emerge no amargado, sino valiente. Nos enseña que la resiliencia no es un rasgo, sino una elección. Que la fe no es debilidad, sino una armadura. Que la libertad no siempre se concede; a veces, hay que reclamarla.
Si solo lees unas memorias este año, que sean las de Toru Goto. No porque sean reconfortantes, sino porque son verdaderas. Y en esa verdad, encontramos nuestra humanidad compartida.
*) Massimo Introvigne (nacido el 14 de junio de 1955 en Roma) es un sociólogo italiano especializado en religiones. Es fundador y director general del Centro de Estudios sobre Nuevas Religiones (CESNUR), una red internacional de académicos que estudian los nuevos movimientos religiosos. Introvigne es autor de unos 70 libros y más de 100 artículos en el campo de la sociología de la religión. Fue el autor principal de la Enciclopedia delle religioni in Italia (Enciclopedia de las Religiones en Italia). Es miembro del consejo editorial de la Revista Interdisciplinaria de Investigación sobre la Religión y del consejo ejecutivo de Nova Religio, de University of California Press. Del 5 de enero al 31 de diciembre de 2011, fue Representante para la lucha contra el racismo, la xenofobia y la discriminación, con especial atención a la discriminación contra los cristianos y miembros de otras religiones, de la Organización para la Seguridad y la Cooperación en Europa (OSCE). De 2012 a 2015 presidió el Observatorio de Libertad Religiosa, creado por el Ministerio de Asuntos Exteriores italiano para supervisar los problemas de libertad religiosa a escala mundial.
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